domingo, 6 de junio de 2010

De Justicia y Poder



Tendemos a simplificar el sentido de los conflictos que tenemos en nuestro planeta, con argumentos geoestratégicos o económicos. Pero cuando estos conflictos se extienden a lo largo de siglos, deberíamos ahondar mucho más en la antropología, en la psicología de los pueblos, sus vicisitudes a través de la historia.
         En el reportaje que publica hoy el país sobre la visión que el ciudadano israelí tiene del problema de Palestina, Agresores, víctimas e incomprendidos, tenemos el ejemplo quizá más claro de a lo que me refiero.
Ayer oí a un corresponsal español en EEUU, alguien que conoce esa sociedad, que se relaciona con sus gentes, que puede tener una visión más o menos objetiva de sus sentimientos como nación, que la simpatía que sienten hacia los israelíes viene dada por la imagen que tienen de si mismos como pueblo. Un pueblo, que al igual que Israel, llegó no hace mucho a una tierra “prometida” que hicieron suya y en la que han avanzado hasta el punto de ser la nación más poderosa del planeta. Si a esta analogía que encuentra el americano medio con Israel, le añadimos que ambos tienen un mismo enemigo, sobre todo a raíz del 11-S, tenemos el motivo perfecto por el que ningún presidente de los EEUU podrá endurecer, ni siquiera cambiar un ápice las relaciones de estado con aquel pequeño país. Al igual que los propios israelíes, el americano medio siente que aquéllos son víctimas y no verdugos.
         Existen millones de artículos en la red sobre el sentimiento americano de predestinación: el pueblo predestinado, al igual que Israel. La providencia.
         Evidentemente no soy psicóloga, ni socióloga, ni antropóloga, pero si que soy sensible a desmenuzar las informaciones que leo, buscando el sentido de las acciones de los pueblos como tales, mucho más allá de términos matemáticos que intenten explicar todo conflicto sólo con números.
Además de las ganancias físicas (recursos naturales, industria armamentística, etc) que se puedan obtener de los conflictos bélicos, existe una base moral que viene de antaño. Independientemente del color de quien gobierne en los EEUU, el sentido de predestinación y providencia siempre está presente en mayor o menor medida, conformando sus razones de Estado.
         Y es la razón moral primero, y no los intereses, la que ata el destino de esta nación con el del “incomprendido” estado de Israel.
         Para las mentes pragmáticas y escépticas de Europa, todo esto suena muy primitivo y en ocasiones incoherente. Pero es importante entender los sentimientos de las gentes que conforman los pueblos. En absoluto trato de justificar la manera de actuar de las naciones. Mi punto de vista sobre lo que ocurre en Palestina está totalmente en oposición a lo que sienten la gran mayoría de los israelitas. Pero es, como mínimo interesante y yo diría que útil, entender donde está arraigado el odio.
El MIEDO nos hace sucumbir en nuestra vida cotidiana, haciendo que surja en nosotros un sentimiento de odio, soledad y victimismo, que suele desembocar en acciones ofensivas hacia nuestro entorno.
En nuestra vida diaria, ¿cómo solemos actuar ante un agresor? ¿Podemos en algún momento intentar comprender su agresividad, sin justificarla? Tengo más preguntas que respuestas.
Aislar a Israel sería lo justo. Merece un castigo en la misma medida de sus actos. Esa debería ser la ley. Pero los jueces no siempre ven los delitos con la misma lupa. La justicia es quizá la cualidad más subjetiva que poseemos. Y es aquí donde entra el poder. El juez más poderoso gana siempre la partida, porque puede comprar el silencio y la apatía de otros.
Desde mi espíritu optimista (utópico según algunos amigos) desearía que mis razones (y las de tantos millones de personas) ganaran alguna vez la partida al poder. Pero primero tendríamos que entender que la apatía no se nos impone. Es una elección.
La opción de compra es siempre eso, una OPCIÓN.
                                                                
                                                                                                               Sprinter

2 comentarios:

  1. Las televisiones se hacen eco del abordaje de ¨la flotilla de la libertad¨que suerte el mundo los escucha,sin embargo no ha oido los gritos de los huerfanos de Gaza hazta ahora...

    La verdadera tragedia de los pueblos no consiste en el grito de un gobierno autoritario, sino en el silencio de la gente.

    Autor: Martin Luther King

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