domingo, 16 de enero de 2011

El Elefante Rojo



En un hermoso país nórdico  vive muy feliz un sabio y rico vendedor que conocí en mi juventud.
         Mantiene por estrategia, comercial e impositiva, un perfil publicitario bajo, pero sus ventas son fabulosas.
         Ofrece con un trato particular y directo, el más extraño de los productos, un artículo increíble por todos deseado: un frasco de agua que se transforma, al agitarlo despacio durante un minuto, en oro puro.
         Este buen hombre no tiene problemas de materia prima en este generoso y contradictorio planeta que, aunque se llame Tierra, su mayor superficie es de agua.
         Es un vendedor que nunca ha recibido una sola queja de sus ambiciosos clientes.
         Al cerrar la venta, envolver el preciado producto,  cobrar en efectivo y entregarlo, completa la operación con el siguiente aviso:
- Eso sí, no lo olvide nunca: para que el experimento funcione correctamente, cuando usted agite el producto, no debe pensar en el elefante rojo. Si lo hace, suspenda inmediatamente la alquimia, y espere un momento más apropiado de su mente.
Los atentos consumidores intentaban una y otra vez conseguir el ansiado oro puro, pero en forma recurrente, infatigable, ¡el elefante rojo aparecía en su escenario mental!.


¿Cuáles son los elefantes rojos que impiden los beneficios de un proyecto, de un sueño o de una empresa?
         ¿Qué nombres toman los miedos invasores que malogran con su presencia nuestras esperanzas de realización?
         El agua que se transforma en oro puro se sirve de la confianza. Evapora sus intenciones de abundancia en el miedo.
         Sólo una mente segura en sí misma puede responder a lo nuevo con lo nuevo. En caso contrario, convoca a la caravana de elefantes rojos que de niños heredamos de nuestros abuelos y que oscurece con el miedo las posibilidades extraordinarias de nuestra sensibilidad.

De libro “Cuentos para regalar a personas sensibles”, Enrique Mariscal.