sábado, 29 de octubre de 2011
martes, 25 de octubre de 2011
Aceptar sin Resignarse
Hace unos días oí esta frase: aceptar sin resignarse.
Es curioso como utilizamos algunas palabras a lo largo de toda la vida, con absoluta certeza de que sabemos lo que significan, hasta que en algún momento, alguna circunstancia te propone encontrar el verdadero sentido de esas palabras. Y de pronto te das cuenta de que, una vez más, solo sabes que no sabes nada jajaja
¿Cual es la diferencia entre aceptar y resignarse? ¿Existe realmente alguna diferencia?. Inconscientemente algo me dice que si. Pero cuando intento explicarlo me quedo en blanco.
He venido a mi querido amigo Google a ver que encuentro. Es curioso, también, la cantidad de entradas que hay sobre este acertijo.
Confieso que ahora mismo estoy perdida. Pero como esta es la lección que me toca aprender en estos tiempos, seguiré reflexionando y buscando respuestas en las opiniones de gente que aquí se ha cuestionado la misma pregunta. A fuerza de no tener un círculo donde compartir estas vicisitudes, encuentro en internet contertulios que, aunque fuera de espacio y tiempo, me sirven para no enredarme en un monólogo.
De todos modos, agradecería a mis estimados visitantes cualquier comentario que me ayudara a clarificar el enigma.
Gracias de antemano ;)
Un abrazo
Sprinter
RAE
Aceptar
Es curioso como utilizamos algunas palabras a lo largo de toda la vida, con absoluta certeza de que sabemos lo que significan, hasta que en algún momento, alguna circunstancia te propone encontrar el verdadero sentido de esas palabras. Y de pronto te das cuenta de que, una vez más, solo sabes que no sabes nada jajaja
¿Cual es la diferencia entre aceptar y resignarse? ¿Existe realmente alguna diferencia?. Inconscientemente algo me dice que si. Pero cuando intento explicarlo me quedo en blanco.
He venido a mi querido amigo Google a ver que encuentro. Es curioso, también, la cantidad de entradas que hay sobre este acertijo.
Confieso que ahora mismo estoy perdida. Pero como esta es la lección que me toca aprender en estos tiempos, seguiré reflexionando y buscando respuestas en las opiniones de gente que aquí se ha cuestionado la misma pregunta. A fuerza de no tener un círculo donde compartir estas vicisitudes, encuentro en internet contertulios que, aunque fuera de espacio y tiempo, me sirven para no enredarme en un monólogo.
De todos modos, agradecería a mis estimados visitantes cualquier comentario que me ayudara a clarificar el enigma.
Gracias de antemano ;)
Un abrazo
Sprinter
RAE
Aceptar
Resignarse
Vaya! La palabra resignarse no está en el diccionario...?!
Resignar
1. tr. Renunciar un beneficio eclesiástico o hacer dimisión de él a favor de una persona determinada.
sábado, 15 de octubre de 2011
martes, 11 de octubre de 2011
El acomodador.
““El Acomodador: Siempre hay un
acontecimiento en nuestras vidas que es el responsable del hecho de que hayamos
dejado de progresar. Un trauma, una derrota especialmente amarga, una
desilusión amorosa, incluso una victoria que no entendemos muy bien, acaba
haciendo que nos acobardemos y que no sigamos adelante. El hechicero, en el
proceso de crecimiento de sus poderes ocultos, primero tiene que librarse de
ese , y para eso tiene que recordar su vida y descubrir
donde está.”
¡El acomodador!. Eso cuadra con mi aprendizaje del arco y la
flecha –el único deporte que me atrae-, en el que el profesor dice que cada
tiro no puede repetirse jamás, no vale la pena intentar aprender con los
aciertos o los errores. Lo interesante es repetir cientos, miles de veces,
hasta que nos libremos de la idea de acertar en el blanco y nos convirtamos en
la flecha, en el arco y en el objetivo. En este momento, la energía de “eso”
(mi profesor de kyudo, el tiro de arco japonés que yo practicaba, nunca
utilizaba la palabra “Dios”) guía nuestros movimientos, y empezamos a soltar la
flecha no cuando queremos, sino cuando “eso” cree que ha llegado el momento.
El acomodador. Otra parte de mi historia personal empieza a
mostrarse. ¡qué bueno sería que Marie estuviera aquí en este momento! Necesito
hablar de mi, de mi infancia, contar que, cuando era pequeño, siempre me
peleaba y siempre les pegaba a los demás porque era el mayor del grupo. Un día,
mi primo me dio una paliza, me convencí de que a partir de ahí nunca más iba a
conseguir ganar una pelea, y desde entonces he evitado cualquier enfrentamiento
físico, aunque haya pasado muchas veces por cobarde, dejándome humillar delante
de novias y amigos.
El acomodador. Intenté durante dos años aprender a tocar la
guitarra: progresé mucho al principio, hasta que llegó un punto en el que no
fui capaz de avanzar más porque descubrí que otros aprendían más de prisa que
yo, sentí que era un mediocre, decidí no pasar vergüenza, decidí que aquello ya
no me interesaba. Lo mismo sucedió con el billar, el fútbol, el ciclismo:
aprendía lo suficiente como para hacerlo todo razonablemente, pero llegaba un
momento en el que no era capaz de seguir adelante.
¿Por qué?
Porque la historia que nos han contado dice que en un
determinado momento de nuestras vidas “llegamos a nuestro límite”. Una vez más
recuerdo mi lucha para negar mi destino de escritor y de cómo Esther jamás
aceptó que el acomodador dictase las reglas de mi sueño. Este simple párrafo
que acabo de leer encaja con la idea de olvidar la historia personal, y
quedarse simplemente con el instinto desarrollado por las tragedias y las
dificultades que atravesamos: así se comportan los hechiceros de México, así
oran los nómadas en las estepas de Asia Central.
El acomodador: “Siempre hay un acontecimiento en nuestras
vidas que es el responsable del hecho de que hayamos dejado de progresar”.
“El Zahir”. Paulo Coelho.
RESIGNARSE.
sábado, 8 de octubre de 2011
Suscribirse a:
Entradas (Atom)