martes, 11 de octubre de 2011

El acomodador.


““El Acomodador: Siempre hay un acontecimiento en nuestras vidas que es el responsable del hecho de que hayamos dejado de progresar. Un trauma, una derrota especialmente amarga, una desilusión amorosa, incluso una victoria que no entendemos muy bien, acaba haciendo que nos acobardemos y que no sigamos adelante. El hechicero, en el proceso de crecimiento de sus poderes ocultos, primero tiene que librarse de ese , y para eso tiene que recordar su vida y descubrir donde está.”

         ¡El acomodador!. Eso cuadra con mi aprendizaje del arco y la flecha –el único deporte que me atrae-, en el que el profesor dice que cada tiro no puede repetirse jamás, no vale la pena intentar aprender con los aciertos o los errores. Lo interesante es repetir cientos, miles de veces, hasta que nos libremos de la idea de acertar en el blanco y nos convirtamos en la flecha, en el arco y en el objetivo. En este momento, la energía de “eso” (mi profesor de kyudo, el tiro de arco japonés que yo practicaba, nunca utilizaba la palabra “Dios”) guía nuestros movimientos, y empezamos a soltar la flecha no cuando queremos, sino cuando “eso” cree que ha llegado el momento.
         El acomodador. Otra parte de mi historia personal empieza a mostrarse. ¡qué bueno sería que Marie estuviera aquí en este momento! Necesito hablar de mi, de mi infancia, contar que, cuando era pequeño, siempre me peleaba y siempre les pegaba a los demás porque era el mayor del grupo. Un día, mi primo me dio una paliza, me convencí de que a partir de ahí nunca más iba a conseguir ganar una pelea, y desde entonces he evitado cualquier enfrentamiento físico, aunque haya pasado muchas veces por cobarde, dejándome humillar delante de novias y amigos.     
         El acomodador. Intenté durante dos años aprender a tocar la guitarra: progresé mucho al principio, hasta que llegó un punto en el que no fui capaz de avanzar más porque descubrí que otros aprendían más de prisa que yo, sentí que era un mediocre, decidí no pasar vergüenza, decidí que aquello ya no me interesaba. Lo mismo sucedió con el billar, el fútbol, el ciclismo: aprendía lo suficiente como para hacerlo todo razonablemente, pero llegaba un momento en el que no era capaz de seguir adelante.
         ¿Por qué?
         Porque la historia que nos han contado dice que en un determinado momento de nuestras vidas “llegamos a nuestro límite”. Una vez más recuerdo mi lucha para negar mi destino de escritor y de cómo Esther jamás aceptó que el acomodador dictase las reglas de mi sueño. Este simple párrafo que acabo de leer encaja con la idea de olvidar la historia personal, y quedarse simplemente con el instinto desarrollado por las tragedias y las dificultades que atravesamos: así se comportan los hechiceros de México, así oran los nómadas en las estepas de Asia Central.
         El acomodador: “Siempre hay un acontecimiento en nuestras vidas que es el responsable del hecho de que hayamos dejado de progresar”.
           
“El Zahir”. Paulo Coelho.




Acomodar: 
1.- Colocar algo de modo que se ajuste o adapte a otra cosa.
2.- Disponer, preparar o arreglar de modo conveniente.
3.- Amoldar, armonizar o ajustar a una norma.
4.- Agradar, parecer o ser conveniente.
5.- Avenirse, conformarse.

RESIGNARSE.



1 comentario:

  1. No conocía este texto de Coelho. Parece que la comodidad es una bonita trampa, no lo olvidemos pues.

    ResponderEliminar