viernes, 6 de agosto de 2010

La Inaccesible, la Encubierta, la Encantada

Esta fue mi aportación al blog que creó un gran amigo para unos cuantos locos que compartíamos un chat...un chat que durante un tiempo fue algo más que un lugar donde tomarnos unos cafés y charlar...Mi cariño desde aquí para la buena gente que se dejó ver por allí.

















Cuando era pequeña, mi tía me contó la historia de San Borondón.
Una isla mágica, exuberante, indescriptible…escondida tras la niebla del inmenso océano. Aunque mi tía juró que aquella no era una leyenda, sino una historia verdadera, creo que en mi pequeña cabecita ya vislumbraba una nota de idealismo. Y creo que nunca acabé de creerme que una isla pudiera aparecer y desaparecer a su propio antojo…
Hasta que tuve la oportunidad de pasar un verano en La Gomera, en la Playa de Valle Gran Rey. Entonces yo tenía 10 años y en pocos días ya jugaba con los chiquillos del lugar. Yo ya tenía el recuerdo de la isla mágica guardado en algún rincón de mi pequeña memoria, pero estos chicos me obligaron a sacarlo a la luz. Porque para ellos San Borondón no era ningún mito y se ocupaban de enseñarles a los visitantes de confianza el lugar exacto donde la pequeña isla a veces hacía su aparición. Era tal la certeza de estos chicos que acepté, con toda la naturalidad y candidez que se tiene a esa edad, a sentarme con ellos en la playa durante tardes enteras, buscando en el horizonte, por si la isla encantada quisiera dejarse ver.
El canario apegado a la tierra, no es dado a fantasías. Es un ser sensato y sereno. Y si el canario dice que San Borondón existe, se lo dice solo a quienes entienden. Y a quienes no entienden, les dirá que se trata solo de bruma.
Luego quedan la gran cantidad de relatos de monjes, marineros, aventureros y piratas venidos de fuera. Y la silueta, ya imborrable y descubierta, de la pequeña isla grabada en los mapas.
Ahora, al transcurrir de los años, ya no importa lo que digan quienes hablan de leyenda, de falsos testimonios o de documentación engañosa. Ya la frontera entre lo demostrable y lo auténtico hace algún tiempo que se desquebrajó en mi mente, y ésta se rebela ante las evidencias que suponen las recurrencias de nuestras memorias. Mientras el escepticismo va dejando paso a la intuición, la imaginación, el sentimiento y la reafirmación de los sentidos como únicas herramientas de aprendizaje, ya me encargo yo de que mis hijos sepan donde está San Borondón.
Y si. Claro. Claro que San Borondon existe…y existirá siempre que uno se  descubra a sí mismo oteando el horizonte en su búsqueda.


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Un abrazo a los amigos del chat que aún están en mi corazón…
Por los buenos ratos…
Gracias Tese!

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