jueves, 1 de abril de 2010

El Guerrero




Daría lo que fuera por poder desnudarme por completo…no a cachitos…ver el todo. Hay tantas cosas que reparar…¿por donde empezar? Prioridades. Esa es la trampa. Porque al final, las prioridades son las mismas que tenia el hombre de las cavernas. Estaba tan ocupado en sobrevivir, que apenas tenia tiempo para analizarse a si mismo, su entorno, sus seres queridos, sus enemigos.
         Y henos aquí, después de tantos siglos, haciendo exactamente lo mismo que hemos hecho siempre: sobrevivir. Porque, ¿que es vivir realmente? ¿Conseguir la armonía de espíritu? La armonía no es lineal. Como nada en esta vida. Todo es un continuo sube y baja. Entonces, si todo sube y baja, algunos dirán que la solución está en dejarse llevar por las olas, otros en cambio, pensarán que alineando los sentimientos y las sensaciones, viviendo en plano, las olas no les afectarán.
         Difícil dejarse llevar por las olas. No suele ser un mar tranquilo la mayoría de las veces. Hay tempestades. Equivocado vivir una vida plana, escudados en las formas, en los principios sociales, demasiado simple y peligroso al final. Podemos perdernos para siempre.
         Desnudarme, si. Por completo. Daría lo que fuera por saber hacerlo. Me lo impide mi miedo. Miedo a las heridas. Pero, ¿no es más doloroso aún saber lo que es el amor, tener un recuerdo en la piel, y no poder entregarlo?. Duele mucho cuando soy consciente del daño que hago y me hago. Miedo a las heridas, digo. Miedo al fracaso. Miedo a fallar. ¿A fallar en que? ¿Acaso no soy yo la dueña de mi vida? ¿Y que si me equivoco? Claro, compartir la vida tanto tiempo con alguien que solo te recuerda tus fracasos y que a falta de ellos se los inventa para recordarte que no sirves para nada, acaba anulando tu fuerza, tu ser, tu capacidad de amar. ¿Es esa mi excusa? ¿La excusa de los cobardes? ¿Echarle la culpa a otro de mis heridas? ¿A que esperar para eliminar ese miedo a amar y permitir que me amen, que no me deja encontrar la paz?… es el quiz de la cuestión. Siempre. En todos los asuntos humanos. Está todo claro en la mente, pero es casi imposible llevarlo a cabo. Y vuelvo a lo mismo. No hay tiempo para ocuparse de sobrevivir y vivir al mismo tiempo. La supervivencia nos tiene muy ocupados. Pero esta también es una excusa de perdedores.
         Se trata de fluir. Dejar fluir todo. El amor, el odio, la pena, la alegría…Me encuentro de nuevo encerrada en la burbuja. Mi vieja amiga. Esa burbuja que creí superada hace tantos años. ¿De veras la rompí aquella vez? ¿Qué pasó para que pudiera romperla? Recuperar la autoestima, amor de un hijo, reconocimiento social, estabilidad económica, enamoramiento. Ja! Enamoramiento. Esa si que es buena. Como nos engañan los sentidos. Como nos dejamos engañar. El enamoramiento es solo una ilusión. Es cierto. No es amor para nada. No tiene nada que ver con el amor. Solo se sabe si se ama a una persona si se es capaz de superar esa etapa de enamoramiento y la ilusión se convierte en sentimiento verdadero. Diría que eterno.
Pero para eso habrá que pelear en muchas guerras. Y tienen que haber dos guerreros. Y quien soy yo para hablar de esto, si jamás lo he vivido. En mi camino nunca ha habido dos guerreros. Al final de la cuenta solo quedaron cobardes. Pero a  los cobardes también hay que perdonarles. No se si esta parte la he hecho bien. Hasta ahora creía que si.  Pero en esta etapa en que me encuentro empiezo a dudar de si he sido del todo honesta. Porque el perdón cura, y yo no estoy curada. Es cierto que aún es pronto para cerrar la última herida. Pero ya dudo si las anteriores ya están de verdad cicatrizadas.
Quizá es eso lo que busco y busco y no encuentro. Un guerrero a mi lado. No un héroe. No. Un guerrero que sepa donde esta su debilidad y su fuerza. Un guerrero que tenga la humildad suficiente para reconocer que a veces yo puedo ser más fuerte. Un guerrero que no tenga miedo a compartir conmigo sus derrotas. No quiero que el libre todas las batallas y venga luego a descansar en mi regazo. Quiero un guerrero que cuente conmigo para las luchas. Y un guerrero que con solo mirarme sepa desnudarme y encontrar belleza en mi debilidad.
Y heme aquí, que buscando en mi interior la respuesta a mi bloqueo, termino siempre hablando de amor. Del amor de un hombre. No del amor universal. Que ese es otro. Entonces la respuesta es bien sencilla. En mi mano está rechazar las ilusiones. En mi mano está reconocer al guerrero si llega algún día para no dejarle escapar. En mi mano está encontrar la serenidad y la armonía mientras eso ocurra, si es que ha de ocurrir, para poder amar a las demás personas que se que adoro pero no me sienten. En mi mano está dejar de emplear mi tiempo en buscar algo que no está de mi mano encontrar. Se trata solo de dar y recibir sin esperar resultados. Ni buenos ni malos… Y tener la humildad suficiente para reconocer el verdadero amor...y tener la valentía suficiente para rechazar el simple deseo. Ese deseo porque si que es puro egoísmo y egocentrismo. Un ataque de soberbia inútil y estéril.
El deseo debe estar al servicio del amor, y no al revés. Es la única forma en que ni el deseo ni el amor mueran. Porque ambos son necesarios, imprescindibles. Sin uno no hay otro. Si muere uno, muere el otro. Y al final, el amor, si es que lo hubo, se convierte en algo diferente. Compasión. Pena. Dolor. Miedo. Hasta que acaba apagándose la llama que hubiéramos deseado que fuera eterna.
¿Cómo amamos a nuestros padres? ¿Y a nuestros hijos? ¿Por qué es tan fácil amar a un verdadero amigo? El deseo no existe. El amor es libre. Por eso el auténtico amor de un hombre es tan sublime. Cuando el deseo se pone al servicio del amor y lo alimenta. Cuando el sexo existe solo como existen las risas. Cuando al hacer el amor las almas se funden. Y todo es uno. Amor y deseo. Y al no estar separados también este amor es libre. No es un mito. Realmente he creído vislumbrarlo alguna vez. Por un instante.
Un hermoso y ansiado instante.

Este escrito es un reto. Una forma de enfrentarme al miedo de frente.
Reconocer mi debilidad. Reconocer que alguien estuvo a punto de herirme de muerte y toda mi inteligencia no sirvió para defenderme.
Puede que me equivoque al compartir mi secreto, pero es mi derecho.
La mejor arma, un revulsivo.
Si he llegado viva hasta aquí es porque soy guerrera. No pienso abandonar la batalla.
Y será bueno contarlo a los cuatro vientos. Para que este blog empiece a ser lo que siempre quise que fuera y hasta ahora no me atreví a encarar: una ventana al dolor, al miedo…pero también al amor, la liberación y el triunfo.


Sprinter


         

No hay comentarios:

Publicar un comentario